La paz en su acepción más extendida se limita a la situación de "no-guerra", pero hay que ir hacia un concepto más positivo y dinámico de la paz que deje de afectar sólo a la política y llegue a todos los ámbitos personales y sociales.
Por tanto debe ser entendida como un proceso dinámico y permanente, caracterizado por el sosiego, la tranquilidad, la justicia social, la ausencia de violencia y la igualdad y reciprocidad en las relaciones, capaz de regenerar el conflicto tratándolo desde una perspectiva creativa y conciliadora que lo aparte de la violencia mediante análisis, regulación y resolución.